martes, 28 de septiembre de 2010

El barrio que ya no es

Un día estaba paseando por el barrio, por una calle que hacía mucho no recorría y me sorprendió la cantidad de edificios que habían crecido en tan poco tiempo.

Seguí recorriendo y vi también obras en construcción a montones donde habían casas hermosas.

Reflexione sobre la codicia de los dueños que vendieron el alma del barrio que los vio crecer.

Unos pesos a cambio de un pedazo de barrio que se fue, pedazo de identidad perdida, atrás quedo el almacén de la esquina, atendido por sus propios dueños, Don Paco y el único auto de la cuadra, el ir a pata caminando a lo de tal. El barrio pasó de ser casas a edificios. Pocos PH y casitas resisten al boom inmobiliario, empujado por codiciosos empresarios buscando exprimir al máximo el jugo del barrio, gente que piensa que tener un departamento en el barrio los hará parte del mismo. El se resiste a la invasión de peregrinos. Se siente el exceso de gente entre las bocinas de la tarde, los atascos en el transito, los frecuentes cortes de luz y agua y las inundaciones que parecen ser moneda corriente, mientras intentan talar un árbol para poner una cabina de teléfonos.

Reflexionando todo esto mientras paseaba por un barrio que a esta altura ya me parecía cada vez más extraño, pensé en que sería lindo que tal vez algún viejo vecino, amante real del barrio y lo que solía representar, tal vez expatriado hace tiempo al ver lo que se venía, o tal vez exiliado en busca de un mejor pasar económico. Quizás, aquel vecino, vuelva algún día y quizá disponga del dinero suficiente para volver al barrio a lo que solía ser. Me encantaría ver que alguien comprara una torre y la demoliera para construir una casita, o que en un complejo de torres construyeran una plaza con juegos y un potrero, que de a poco los mosquitos chupasangre se fueran del barrio y eventualmente con el correr de los años volvieran a quedar los pocos sobrevivientes, autóctonos del barrio.

Por las dudas ya me compre un banquito para esperar sentado al mesías millonario que nos saque de este panal de ambiciones

sábado, 25 de septiembre de 2010

Dos Hermanos

Un día hace un tiempo, nacieron dos hermanos. Ambos crecieron, cada cual hizo su camino, uno conoció a una muchacha con la cual compartió hermosos momentos. Estudió y conoció gente. Hizo amigos, unos mas cercanos que otros, se recibió, siempre acompañado de su mujer de toda la vida. Juntos viajaron, pelearon, se reconciliaron, tuvieron hijos y esos hijos tuvieron hijos también.
Un día, ya anciano, confiado en haber tenido una vida plena muere plácidamente mientras duerme la siesta.

El otro hermano, también hizo su vida, paso la adolescencia seduciendo jóvenes y no tan jóvenes, vivo de excesos, alcohol y fiestas. Se dedicó un tiempo a la música y otro tiempo lo paso haciendo changas.
Quedo detenido un par de veces, nada grave. Sedujo a una muchacha que lo mantuvo unos años pero eso no detuvo su afán de conquistar a todas las mujeres que se le cruzaran. Jugó religiosamente al fútbol, todos los domingos con los amigos del barrio, amigos que lo acompañaban en todas, amigos de fierro. Intento estudiar, pero dejó. Se sabe que amó solamente a una mujer, la cual no sucumbió a sus encantos. Sus compañeras casuales lo sabían y poco les importaba. Siguió con ese ritmo de vida y así fue envejeciendo, acompañado de casuales amores e incondicionales amigos. No tuvo ni hijos ni nietos.
Un día, ya anciano, confiado en haber tenido una vida plena muere plácidamente mientras duerme la siesta.

Ese día en el pueblo, se vive de luto. Los dos hermanos se fueron para siempre. Los lloran todos en el pueblo y se congregan en el cementerio para despedirlos. Familia, amigos y conocidos. Nadie sabe decir cuál de los dos realmente vivió la vida. Cuál de los dos tuvo realmente una vida plena. Poco importa realmente.