domingo, 27 de marzo de 2011

Buenos Vecinos




-Disculpen, dijo Luis en voz baja, es que alguno dejo el ascensor abierto y tuve que subir por las escaleras, se excusaba por llegar tarde a la reunión, su familia ya lo aguardaba sentada en la ronda, Silvia, su mujer le hacía señas para que se sentara junto a ella en un almohadón que le había reservado.
Mientras se sacaba los zapatos Luis dijo enojado: -¡Bueno Che!, ¿Qué, nadie se va a hacer cargo del ascensor? Ya lo aclare la semana pasada, no puedo estar subiendo las escaleras, me operaron de la rodilla hace un mes.
-Perdón, dijo Sonia. Baje a sacar la basura y habré cerrado mal.
-¡Sabia que eras vos!, acuso Luis. ¿Ya saco la basura? Señorita, son las 17 horas, el horario para sacar los residuos es a las 21 hs, sino se quedan ahí todo el día en la puerta.
-Bueno, si contratáramos un portero. Propuso Darwin, el ocupa uruguayo del primer piso.
-¿Con que plata?, ¿Vos encima lo venís a decir que ni expensas pagas? Atacó Luis furioso.
-La presión Luis, calmáte un poco. Dijo Silvia con tono suave.
-Silvia, no empieces, dejáme de hinchar las pelotas con la presión.
-Bueno bueno. Dijo alegremente Rosa, la psicóloga. Que sesioncita que vamos a tener hoy eh!
Inga, la extranjera, que había permanecido en silencio, revisaba extrañada su diccionario de traducciones. Después de revisar bien como tenía que decir lo que estaba pensando finalmente dijo: - Perdón, no entendo io, portero tener nosotros, no hace falta otro.
Ante la mirada atónita del grupo ella continuó.
-¿Portero eléctrico?, ¿Así se dice? Para o hablar con abajo y abrir la puerta.
Luis soltó por lo bajo: - ¡Que pelotuda!
-¡Luis! ¡Shhh! Lo reto Silvia que ahora miraba a Inga con una sonrisa disimulando el insulto de su marido.
Mario, el autista de la planta baja, que había pasado desapercibido para todos menos para Rosa que le había abierto la puerta levantó la mano como pidiendo la palabra.
Todos se quedaron callados y lo miraron esperanzados de que dijera algo.
-Si Mario, decínos que pensás con respecto a esto de contratar un portero, preguntó amablemente Rosa.
Mario bajó el brazo y en silencio saco un cubo rubik de su mochila y empezó a resolverlo.
-Bien mudito! Gritó Luis.
-¡Luis, basta te dije! Reitero Silvia enojada.
-Luis, a ver si paramos con las agresiones. Dijo Rosa, recordá que todos accedimos a esta sesión para lograr calmar un poco las aguas.
-Tenes Razón Rosa, es que tuve un día complicado, perdón a todos.
Silvia se maravillaba de la forma en que Rosa serenaba a Luis con unas palabras, sin dudas era una gran psicóloga reflexionó.
Lo que Silvia no sospechaba era que ellos dos mantenían una aventura hace ya un par de meses.
Dos gatos entraron por la ventana y se pusieron a jugar con los nietos del matrimonio que hasta ese momento habían acatado la orden de su abuela Silvia: -¡Se quedan sentados y no hacen ruido!
Bueno, dijo Sonia, volviendo al tema, voy a sacar la basura en el horario correspondiente, pasa que hoy a la noche juega River y me junto a verlo con los muchachos. Como vio que los ojos de Luis ya empezaban a ponerse rojos de ira aclaró: - No se preocupe Don Luis, esta vez vienen sin los bombos, es más, el que quiera venir está invitado, van a ver que son buena gente.
Muy bien Sonia, gracias por la invitación, dijo sonriente Rosa.
Unas palomas que revoloteaban en la ventana entraron al consultorio armando un escándalo. Los gatos comenzaron a perseguirlas tirando todo a su paso, los niños asustados se largaron a llorar. Inga desesperada gritaba: -Ugtanfor Deuur! (Fuera palomas). Darwin abrió la puerta del departamento y los alocados animales salieron por ahí.
Cuando pasó el despelote, Mario levanto la mano:- ¿Que pasa Mario? Preguntó rosa agitada.
-¡Luis y Rosa tienen relaciones!
-¿Qué? Grita Silvia y se desmaya
-Mudo de mierda dijo Luis mientras auxiliaba a su mujer.

martes, 28 de septiembre de 2010

El barrio que ya no es

Un día estaba paseando por el barrio, por una calle que hacía mucho no recorría y me sorprendió la cantidad de edificios que habían crecido en tan poco tiempo.

Seguí recorriendo y vi también obras en construcción a montones donde habían casas hermosas.

Reflexione sobre la codicia de los dueños que vendieron el alma del barrio que los vio crecer.

Unos pesos a cambio de un pedazo de barrio que se fue, pedazo de identidad perdida, atrás quedo el almacén de la esquina, atendido por sus propios dueños, Don Paco y el único auto de la cuadra, el ir a pata caminando a lo de tal. El barrio pasó de ser casas a edificios. Pocos PH y casitas resisten al boom inmobiliario, empujado por codiciosos empresarios buscando exprimir al máximo el jugo del barrio, gente que piensa que tener un departamento en el barrio los hará parte del mismo. El se resiste a la invasión de peregrinos. Se siente el exceso de gente entre las bocinas de la tarde, los atascos en el transito, los frecuentes cortes de luz y agua y las inundaciones que parecen ser moneda corriente, mientras intentan talar un árbol para poner una cabina de teléfonos.

Reflexionando todo esto mientras paseaba por un barrio que a esta altura ya me parecía cada vez más extraño, pensé en que sería lindo que tal vez algún viejo vecino, amante real del barrio y lo que solía representar, tal vez expatriado hace tiempo al ver lo que se venía, o tal vez exiliado en busca de un mejor pasar económico. Quizás, aquel vecino, vuelva algún día y quizá disponga del dinero suficiente para volver al barrio a lo que solía ser. Me encantaría ver que alguien comprara una torre y la demoliera para construir una casita, o que en un complejo de torres construyeran una plaza con juegos y un potrero, que de a poco los mosquitos chupasangre se fueran del barrio y eventualmente con el correr de los años volvieran a quedar los pocos sobrevivientes, autóctonos del barrio.

Por las dudas ya me compre un banquito para esperar sentado al mesías millonario que nos saque de este panal de ambiciones

sábado, 25 de septiembre de 2010

Dos Hermanos

Un día hace un tiempo, nacieron dos hermanos. Ambos crecieron, cada cual hizo su camino, uno conoció a una muchacha con la cual compartió hermosos momentos. Estudió y conoció gente. Hizo amigos, unos mas cercanos que otros, se recibió, siempre acompañado de su mujer de toda la vida. Juntos viajaron, pelearon, se reconciliaron, tuvieron hijos y esos hijos tuvieron hijos también.
Un día, ya anciano, confiado en haber tenido una vida plena muere plácidamente mientras duerme la siesta.

El otro hermano, también hizo su vida, paso la adolescencia seduciendo jóvenes y no tan jóvenes, vivo de excesos, alcohol y fiestas. Se dedicó un tiempo a la música y otro tiempo lo paso haciendo changas.
Quedo detenido un par de veces, nada grave. Sedujo a una muchacha que lo mantuvo unos años pero eso no detuvo su afán de conquistar a todas las mujeres que se le cruzaran. Jugó religiosamente al fútbol, todos los domingos con los amigos del barrio, amigos que lo acompañaban en todas, amigos de fierro. Intento estudiar, pero dejó. Se sabe que amó solamente a una mujer, la cual no sucumbió a sus encantos. Sus compañeras casuales lo sabían y poco les importaba. Siguió con ese ritmo de vida y así fue envejeciendo, acompañado de casuales amores e incondicionales amigos. No tuvo ni hijos ni nietos.
Un día, ya anciano, confiado en haber tenido una vida plena muere plácidamente mientras duerme la siesta.

Ese día en el pueblo, se vive de luto. Los dos hermanos se fueron para siempre. Los lloran todos en el pueblo y se congregan en el cementerio para despedirlos. Familia, amigos y conocidos. Nadie sabe decir cuál de los dos realmente vivió la vida. Cuál de los dos tuvo realmente una vida plena. Poco importa realmente.